martes, 4 de noviembre de 2014

23:20

Hoy es uno de esos días en los que me gustaría que el tiempo no pasara, básicamente porque no quiero que se me pase la vida. Tengo algo de sueño, debo confesar. Las travesías que uno debe atravesar a diario nos hacen cada vez más conscientes del fin próximo de nuestra vida. Esto puede funcionar a la inversa, "alienándonos" de toda condición de engranaje, de parte.
 He visto tristemente como pasaban mis amaneceres, mis ocasos, y que las chances de un cambio son escasas, por decir menos. El tan añorado "bien nacional" no es más que una utopía imposible de alcanzar por los medios a los que los paisanos de estas tierras estamos acostumbrados. Se requiere de una acción radical, de trastocar desde la más ínfima fibra del pensamiento, desde el lugar más recóndito de la existencia. Estamos hablando de modificar totalmente la estructura de una sociedad joven, pero ya perfilada. Creemos que las cosas fáciles son las únicas que valen la pena, que todo lo que cuesta debe ser acotado, y si es posible, evitado. Nos miramos incrédulos cuando alguno reacciona (aún cuando nunca lo hace por motivos que le son propios desde el punto de vista ideológico) y nos guardamos a silencio, porque siempre es más fácil aguantar el dolor y llegar "sin problemas" a casa. Y así, justamente, no solucionamos problema alguno. 
 Hasta que el ciudadano argentino no se OBLIGUE a tomar conciencia, a tomar una posición frente al descarado explote al que somos sometidos, no solo nosotros, sino el gran porcentaje de la población del mundo y, sobre todo, de lo que llamamos "tercer mundo", estaremos atados a la inconformidad, a la queja constante (porque para quejarnos somos los primeros), a ser azotados moralmente, a ser manejados como ganado. Yo no soy ganado, no me interesa que tan bien organizado esté tu sistema. Yo soy un ser humano. Tengo nombre, no soy un número; tengo costumbres, personalidad, no soy un curriculum vitae. Por más proletarios necesitados que pongas como una barrera anti-disturbios, yo voy a seguir pensando igual. Por más propaganda basura y lava-cabezas que pagues, yo voy a seguir diciendo que no está bien todo esto. 
 Creo fervientemente en que no veré este cambio, pero que sí lo harán mis hijos, mis nietos. Estoy aferrado a dicho ideal, porque de esperanzas el hombre se nutre, muchas veces. Y yo, a un mes de cumplir dieciocho, a un par de meses de lanzarme a la vida (o a lo que estas bestias llaman "vida") solo puedo decir y expresarme mediante este medio, teniendo la esperanza de que alguien lo leerá. Con eso me basta.
 Quisiera cruzarme con alguna de esas bestias, monstruos de corbata y saco. Yo se que están ahí fuera, camuflados en las altas esferas, controlándonos, dictando nuestra vida mucho antes de nacer. Quisiera la oportunidad de mirarlos a la cara, con una sonrisa burlona, y decirles "Sabía que eran ustedes". 

No hay comentarios:

Publicar un comentario